Casi olvidado

Ya hacía mucho tiempo que no lo sentía, y casi había olvidado este pequeño enorme placer.
Un río limpio y claro que baja ronroneando entre tablas, pequeños saltos y chorreras. Una orilla limpia, con su verde vegetación. Los insectos que pululan alrededor. Tranquilidad, paz, silencio.
Y ellas, las preciosas truchas comunes, salvajes y bravas, alimentándose de insectos en distintas fases de su ciclo vital. Una caña de mosca en la mano, una pequeña imitación al final del bajo, pensando si se parecerá a lo que están comiendo, procurando llevar esa imitación hasta donde está la pintona, hacer que la mosca se pose y baje por el agua de la forma más natural posible. Ver como la pequeña trucha sube y saca la boca del agua para atraparla imitación, sentir como pelea, carreras, saltos, intentando librarse del anzuelo. Al fin, tocarla, liberarla suavemente, admirarla, y ver como se aleja.

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