Por Tierras Manchegas II: Finca Los Aljibes

Dentro de nuestra escapada manchega tocó en esta ocasión visitar una bodega que es algo más. Yeguada, espacio para eventos, vivienda... y más de 1000 Ha de terreno componen Finca Los Aljibes, sita en el precioso municipio de Chinchilla de Montearagón.
Nuevamente nos encontramos en medio de una visita turística, en esta ocasión bastante numerosa y con algún grupo familiar un tanto "descontrolado", que hacían difícil una aproximación seria al tema que nos ocupa, el vino. Pero Lydia Olivares, responsable de enoturismo y eventos, supo manejar la situación y hacer que todo llegase a buen puerto y pudiésemos disfrutar de una agradable, aunque fría y ventosa mañana.
La Historia de Finca los Aljibes tiene más de 15 años, cuando se crea la yeguada compuesta por ejemplares de pura raza española. Poco a poco las instalaciones crecen, hasta llegar a lo que es hoy, yeguada, espacio para eventos, viñedos, almendros, olivos y, por supuesto, bodega.
El viñedo se extiende sobre más de 200 Ha de suelos calizos con poca materia orgánica, textura arenosa y poco fondo. En ellos se cultivan variedades blancas y tintas tanto españolas (Tempranillo, Garnacha, Garnacha Tintorera o Verdejo) como foráneas (Syrah, Cabernet Franc, Cabernet Sauvignon, Merlot, Petit Verdot, Sauvignon Blanc, Chardonnay) que se han adaptado bien a los suelos y climas de la región. Se parte de una viticultura tradicional, intentado aplicar cada vez más métodos ecológicos de cultivo, buscando el máximo equilibrio sostenible entre la finca y la bodega.
En cuanto a las instalaciones, si quieren ustedes ver lo que es una bodega montada sin escatimar recursos, dense una vuelta por Los Aljibes. Depósitos de acero inoxidable, auto maceradores, depósitos de cascada interna, vinificadores rotatorios, tinos de madera (conté unos 18), grandes fudres, parque de más de 300 barricas, y adquisiciones recientes como depósitos ovoides. No falta de nada.
Elaboran una amplia gama de vinos blancos, rosados y tintos, destinados a distintos mercados, intentando cumplir con los requerimientos de cada uno de ellos, incluidas unas curiosas botellas de plástico que si no las tocas pasan totalmente por botellas de cristal.
Triple selección de racimos (en el viñedo, en mesa de selección y tras el despalillado), tecnología punta durante la vinificación, y crianzas en fudres y barricas de distintas edades, dan origen a las distintas gamas: Cata de Morante, Viña Aljibes, Aljibes, Viña Galana, y a la joya de la corona, Selectus.
La visita incluyó un bonito paseo en carro de caballos por los viñedos y las instalaciones (obviamente en estas fechas el viñedo no está en su momento de máximo esplendor, pero aun así siempre merece la pena), y terminó como no puede ser de otra manera en la sala de catas donde, ahí sí, Lydia nos dedicó una atención especial para catar y disfrutar los vinos y las viandas que acompañaron.
En primer lugar catamos Viña Aljibes Blanco 2017 (VT de Castilla, blanco joven, 80% Sauvignon Blanc y 20% Chardonnay). Vendimia mecánica para la Sauvignon y manual para la Chardonnay, con fermentación parcial de esta última en roble, para un vino de color amarillo pálido, con reflejos verdosos y ribete acerado. Aromas muy frutales de piel de ciruela claudia, melocotón, piña y lichis, y paso por boca con buena acidez, frutal, con un leve amargor y mínimamente graso. Un vino agradable sin otra pretensión.
Seguimos con Viña Aljibes Rosado 2017 (VT Castilla, rosado 100% Syrah). Tras fermentación a baja temperatura, y sin ningún paso por madera, nos encontramos con un vino de un bonito color rojo fresa claro, brillante, muy bonito. Nariz alegre, con frambuesa, gominolas y notas lácticas, y paso por boca con cierto cuerpo, fresco, frutal y agradable. Un rosado con cierta enjundia que nos gustó mucho.
Terminamos con un tinto de una de las gamas principales de la bodega, Aljibes 2015 (VT Castilla, tinto con crianza, 45% Merlot, 35% Cabernet Sauvignon y 20% Cabernet Franc). Vendimia manual, triple selección y vinificación por separado para realizar luego una crianza de 12 meses en barricas de roble francés y americano y de 6 meses en tinos de roble francés de 10000 litros. El resultado es un vino de color rubí oscuro, de capa media, con ribetes granatosos donde quería asomar algún teja. Nariz de buena intensidad, con arándanos, moras, algún barniz, pimienta y notas ahumadas. En boca, seco, de cuerpo medio, algo alcohólico, con una acidez algo justa, frutal y aún algo secante. Un vino que necesita tiempo para terminar de redondearse, y tiempo en copa para disfrutarlo, quizás mejor tras un jarreo.


¿Para casa? El rosado, la nueva elaboración como monovarietal de su Garnacha Tintorera, y su estrella, Selectus, que sólo se elabora en añadas óptimas, y del que daremos cuenta en su momento.
Una bonita visita a pesar de alguno de los acompañantes y del viento helado de Chinchilla, que Lydia redondeó recomendándonos comer en el restaurante Dalia, donde disfrutamos unas habas con perdiz y un ajoaceite con manitas de escándalo. Por todo, le damos las gracias.

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